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12 febrero, 2025, 8:14

2.300 toneladas de fertilizante, un barco de guerra y casi 600 muertos: la historia del desastre industrial más letal de América

La paz cumplía dos años. Europa estaba en proceso de reconstrucción. Mientras la humanidad salía del espanto, asimilaba la barbarie nazi y los jerarcas que se habían infiltrado entre los comunes sobrevivían sin sus nombres reales, las naciones que habían combatido en la Segunda Guerra Mundial reparaban sus heridas, recomponían sus costumbres. Había una búsqueda por el restablecimiento de las prioridades y un anhelo de normalidad. Las potencias mundiales más actuaban en conmiseración. Era 1947 y todo había vuelto a empezar. Este marco de situación intenta explicar por qué un barco francés explotó en un puerto estadounidense y por qué casi seiscientas personas murieron en uno de los accidentes industriales más devastadores de la historia.

Hacía un frío inusual en la primavera de Texas la mañana del miércoles 16 de abril de 1947. El viento viajaba con violencia desde los hielos del norte. El cielo no tenía manchas. El buque de bandera francesa Liberty Grandcamp estaba amarrado al puerto del estado de Texas, en Houston, en la bahía de Galveston. La embarcación se había construido en Los Ángeles cinco años antes bajo el seudónimo SS Benjamin R. Curtis: su propósito era robustecer la flota marítima del Pacífico en tiempos de guerra. En tiempos de paz, su uso cambió: el gobierno estadounidense lo cedió a su par francés para contribuir a la restauración europea. Una firma le renovó el nombre: Grandcamp es, también, una playa de Normandía, la cita del célebre desembarco de las fuerzas aliadas del 6 de junio de 1944 que dinamitó las aspiraciones nazis.

Había fondeado en el embarcadero norte del muelle cinco días atrás, con escalas previas. En Bélgica cargaron dieciséis cajas de municiones para armas livianas. En Cuba y en Houston se abastecieron de fardos de cordeles y maníes. El Grandcamp arribó a Texas, además de los ovillos de hilo de sisal, los frutos secos y el armamento, con equipos de perforación, tabaco y algodón. Antes de zarpar, debían estibar el cargamento con el que volvería a Francia. Eran miles de bolsas de casi cincuenta kilos llenas de nitrato de amonio. La razón de ser del barco ya había cambiado. Con ella, su nombre. El fin de la guerra también inspiró la reconversión del compuesto: el nitrato de amonio ya no se utilizaría para la fabricación de explosivos sino para la fertilización de cultivos. Su objetivo ya no era estallar, sino acelerar los procesos de recomposición de las economías agrícolas francesas.

Las bolsas se empaquetaron en las plantas ubicadas en Iowa y Nebraska. “Se mezcló con colofonia para evitar que se endureciera y se envió por ferrocarril a la ciudad de Texas. Las temperaturas cálidas a lo largo del camino pueden haber aumentado la reactividad de la sustancia”, revela en un documento la Moore Memorial Public Library, una biblioteca pública dependiente del estado de Texas. El vicepresidente de la compañía estatal de trenes admitió que no habían tomado precauciones en la manipulación de la carga y testificó que lo operaron como un compuesto seguro. Primer error.

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