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19 marzo, 2025, 18:25

A 40 años del debut de Enzo Francescoli en River Plate: los entretelones de su desembarco y la historia de su mítico apodo

Aquellas fueron las primeras palabras de Enzo Francescoli al arribar a Argentina el miércoles 20 de abril de 1983, dejando en claro su analítica forma de ver las cosas, algo que nunca cambió, y una frase final premonitoria. Lejos de achicarse, su figura se iba a agrandar hasta los más altos niveles de la idolatría riverplatense.

Con su llegada se ponía fin a una novela, la de su pase, que se desarrolló febrilmente a lo largo de dos meses y que parecía no concluir nunca. Luego del título en el Nacional ‘81, River sufrió una enorme sangría en su plantel, del que por diversos motivos emigraron Mario Kempes, Ramón Díaz, Daniel Passarella, Juan José López y Norberto Alonso. El ‘82 fue gris y mediocre y necesitaba para el año siguiente un golpe de efecto que levantara al equipo y a los hinchas. El elegido fue ese Flaco uruguayo del que todos hablaban maravillas del otro lado del río.

A mediados de febrero, Rafael Aragón Cabrera, el presidente de la institución, escuchó de su par de Montevideo Wanderers el precio que pretendían por el crack: 600.000 dólares. Era una cifra imposible para un River con números en rojo y contraofertó 100.000 más el pase de dos jugadores. La respuesta fue negativa y se inició una danza de idas y vueltas, hasta fijar la suma en 310.000 de esa moneda. Ya había transcurrido un mes cuando Enzo viajó a Buenos Aires para cerrar todo. Solo quedaba la aprobación de la asamblea de socios a la que había llamado el club uruguayo, por segunda vez en su historia, para aprobar la venta de un jugador.

Parecía ser un mero trámite, pero terminó dilatando las cosas hasta un punto límite. Finalmente, con Francescoli presente junto a su padre en la cancha de paleta de la sede social, se supo el resultado de la votación: 85 contra 66 a favor de denegar la venta. Se pasó a un cuarto intermedio, esperando que River mejorara las condiciones de pago. El jueves 24 de marzo, sobre el cierre del libro de pases en AFA, se selló el acuerdo, cuando Wanderers aceptó los avales presentados. Quien medió para que la situación llegara a un final feliz, fue un actor inesperado: Francisco Ríos Seoane, el polémico presidente de Deportivo Español, quien activó sus fluidos contactos en diversos bancos de Uruguay.

Daniel Dátola trabajaba en aquel momento en la revista El Gráfico y fue el encargado de seguir paso a paso aquel pase convertido en novela. Así evoca como fue la llegada de Enzo al país en abril del ‘83: “Eran mis primeros años en editorial Atlántida, en la que había comenzado en Billiken. La verdad es que al pasar a El Gráfico tuve suerte, porque enseguida me dieron la posibilidad de cubrir seguido a River y había pegado buena onda con varios integrantes del plantel. En ese momento se produjo la llegada de Enzo, sobre la que, si bien había expectativa, nadie podía imaginar lo que iba a ser en la historia del club. Recuerdo que lo fui a buscar a aeroparque y desde allí lo acompañé al Monumental, donde conoció a sus nuevos compañeros”.

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