21.5 C
Santa Fe
21 abril, 2025, 20:01

Tres mujeres que inspiran en la búsqueda de la salud y el bienestar

El Día Internacional de la Mujer, que se conmemora hoy en todo el mundo, recuerda a las 129 mujeres que murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, en 1908, en el marco de una protesta en reclamo por las malas condiciones de trabajo que padecían. Además, pedían la reducción de la jornada laboral a diez horas por día y un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas tareas que ellas.

Este 8 de marzo, 115 años después, y con los avances en la lucha de género y laboral alcanzados en todas partes del mundo, el tristemente célebre techo de cristal del que tanto se habla en el último tiempo da cuenta de que la igualdad está lejos de ser un hecho para la mayoría de las mujeres. En este contexto, algunas de ellas, supieron reinventarse y dar el “volantazo” a tiempo que sus vidas les pedían, y casi sin proponérselo, se convirtieron en modelos a seguir por muchas pares que buscan sentirse mejor.

En su día, Infobae quiso contar sus historias, que inspiran a explorar nuevos caminos para una salud y bienestar de cuerpo, mente y alma.

Correr para romper con un modelo de vida

Fabiana Hasbani tiene 57 años, y es madre de cuatro hijas. Como mujer nacida en una familia conservadora de origen judío, fue educada para acompañar a los varones. “En mi época las chicas íbamos a ver a nuestros novios hacer deporte; no era normal ver a las chicas practicando alguna disciplina”, comenzó a contar a este medio la mujer, que a los cuatro años había sufrido un accidente doméstico en el que perdió el 70% de la visión.

En aquel momento su madre se había negado a que le pusieran un ojo de vidrio, tal como era la indicación médica, y en su lugar le hicieron otra intervención para que no perdiera el globo ocular. El dato en apariencia de color será clave en la vida de Fabiana, de allí la mención en este punto de su relato.

En 1989 Fabiana se casó y se fue a vivir a Nueva York. Ya recibida de abogada, fue madre, y si bien trabajaba en el área de cobranzas a deudores en un banco, se dedicaba a tiempo completo a la crianza de sus hijas. Ir al gimnasio en la ciudad estadounidense “era carísimo” y Fabiana empezó a sentir que necesitaba salir de su casa. Así fue que empezó a correr, actividad que pronto se convirtió en su “gran escape”.

“Primero corrí siete minutos y sentí que me moría, y terminé corriendo 100 kilómetros en carreras de montaña -resumió cómo la actividad que eligió casi por descarte se convirtió en, como ella misma dice, su gran adicción-. Siendo mamá lo primero que me llevó fue desenchufarme, no escuchar el ‘mamá’ por un rato y no ser nada: ni esposa, ni madre, ser yo por un rato. Y una vez que le encontrás el gusto a eso no tiene vuelta atrás”.

Últimas noticias
Noticias relacionadas